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El 1 de junio ha quedado como una fecha simbólica para Acción Popular. En distintos años, partieron dos personalidades que, desde espacios diferentes, representaron la esencia de un partido que nació para hacer política de forma distinta: Violeta Correa de Belaúnde y Javier Alva Orlandini.

Violeta Correa , fallecida el 1 de junio de 2001, le dio al rol de Primera Dama un sentido completamente distinto al que existía hasta ese momento. Donde antes predominaban los círculos de privilegio, las apariencias sociales y el protagonismo superficial, Violeta optó por el camino de la cercanía directa con las personas, del trabajo en silencio y de la empatía real. Evitó los reflectores, no buscó figurar, y acompañó las tareas de gobierno sin convertir el cargo en un espacio personal de exposición. Su labor junto a los sectores más vulnerables la hizo cercana al pueblo. Su aporte fue transformar la representación social en un ejercicio de trabajo real y no de imagen, algo inusual en el entorno político de su tiempo y el de ahora.

Por su parte, Javier Alva Orlandini , fallecido el 1 de junio de 2020, representa uno de los rostros más firmes del pensamiento doctrinario acciopopulista. No solo fue un joven fundador y dirigente, sino que encarnó un principio muy claro en su vida pública: la política requiere reglas claras y límites éticos. Donde los políticos veían oportunidad de acomodo, Alva defendió siempre la vigencia de la ley, el equilibrio de poderes y la institucionalidad como garantía del sistema democrático. No buscó la popularidad efímera ni los acuerdos fáciles; entendió que un verdadero partido político solo tiene sentido si se sostiene en el tiempo por su respeto a las instituciones, su capacidad de autocontrol y su compromiso con el Estado de derecho. Alva Orlandini simbolizó la política entendida como responsabilidad y no como conveniencia.
Hoy, al recordar a ambos, Acción Popular reafirma el camino que ambos construyeron desde su propio espacio: una política de servicio, de trabajo serio, sin pretensiones personales y con la convicción de que gobernar exige algo más que aspirar al poder: exige estar preparado para ejercerlo con decencia.