El 1 de junio de 1956 quedó marcado como uno de los momentos fundacionales de la democracia peruana moderna. Ese día, en pleno centro de Lima, Fernando Belaúnde Terry lideró una movilización cívica que terminaría dando nacimiento al proyecto político que hoy continúa vigente: Acción Popular.
En un escenario dominado por el régimen militar de Manuel Odría, Belaúnde había intentado inscribir su candidatura presidencial, representando al Frente Nacional de Juventudes Democráticas, un movimiento joven, independiente y ajeno al sistema político tradicional. Sin embargo, el gobierno bloqueó su inscripción, negándole el derecho a participar.
Ese 1 de junio se vencía el plazo legal para registrar las candidaturas. Ante la negativa oficial, Belaúnde convocó a sus seguidores —en su mayoría jóvenes universitarios de la UNI y San Marcos— a un mitin en la Plaza San Martín. Entre ellos estaban nombres que luego destacarían en la política peruana: Edgardo Seoane, Javier Alva Orlandini, Javier Velarde, Carlos Cabieses, Gustavo Mohme, entre otros.
La movilización avanzó por el jirón de la Unión rumbo a Palacio de Gobierno. Al llegar a la Plaza de La Merced, la policía montada intentó detenerlos. Los manifestantes resistieron. Fue allí donde Belaúnde, sostenido en hombros por sus correligionarios, levantó la bandera peruana y lanzó el ahora célebre ultimátum de La Merced: el régimen tenía 24 horas para inscribir su candidatura.
La represión no tardó. El régimen utilizó por primera vez el llamado “rochabus”, un vehículo antimotines que lanzó potentes chorros de agua contra los manifestantes. Belaúnde fue derribado, sufriendo una herida en la frente. Aun así, la presión pública se intensificó. Esa misma noche, finalmente, el gobierno cedió: la inscripción fue aceptada.
Días después, en las elecciones del 17 de junio, Belaúnde obtuvo un segundo lugar con más de 457 mil votos, consolidando lo que ya era evidente: había nacido un nuevo espacio político en el país. Poco después, el 7 de julio de 1956, se fundaría formalmente Acción Popular, con la participación de ese mismo núcleo ciudadano que había encabezado la protesta.
Hoy, 69 años después, cuando muchos ven la política como un espacio de cálculo o improvisación, La Merced recuerda el sentido original de la vocación pública: defender principios incluso cuando no es cómodo, respetar reglas incluso cuando no es fácil, y construir desde el trabajo, no desde el atajo. Fernando Belaúnde Terry lo definió con claridad: » Los grandes partidos políticos no aparecen por obra del azar. Se hacen grandes por la misión que se imponen» . Esa sigue siendo la diferencia.


